Oscuridad. Oscuridad y el eco de un profundo pitido que ya comenzaba a cesar.
-¿Dónde estamos?... Cebolla, ¿estás ahí?
Sólo veía una nebulosa dorada envolviéndola y ahora sentía que el pitido daba paso a una lejana melodía, extrañamente familiar a la par que hipnótica.
- Estamos en el Limbo, Llorona
- ¿En el Limbo? ¿Y dónde está el Limbo?...
- ... A mitad de camino.
Magdalen, un tanto confusa, caminó a ciegas hacia la melodía. Conforme avanzaba el suelo iba iluminándose bajo sus pies y la música, cada vez, sonaba más cercana. Al fondo del largo pasillo que ahora vislumbraba, pudo reconocer un escenario con una mujer de aspecto fantasmagórico, delgadísima, envuelta en tules, con un peinado cardado y de la que procedía la preciosa voz que daba vida a esa melodía.
A ambos lados del pasillo fue descubriendo unos óleos que al mirarlos,...cobraban vida y movimiento...Perpleja, mucho...comenzó a reconocerse en cada uno de ellos.
Continuará...
Nota de la autora: Agradecimiento especial a Ana Sánchez Beltrán por sus arreglos semánticos y por potenciar la magia que cada uno lleva dentro.